Al paraíso by Hanya Yanagihara

Al paraíso by Hanya Yanagihara

autor:Hanya Yanagihara
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788426411006
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


Ya sabes qué ocurrió luego, Kawika, tal vez incluso mejor que yo. Edward se ahogó unos meses después de que te marcharas —el tío William me dijo que fueron siete—, y aunque se consideró una muerte accidental, a veces me pregunto si no sería intencionada. Edward había ido allí en busca de algo, pero no había tenido el coraje de encontrarlo, ni yo tampoco. Yo debería haber sido su público, pero ni eso había logrado, y sin mí, él también se había rendido.

Fue el tío William quien encontró el cadáver en la playa durante una de sus visitas, y ese mismo día —después de que la policía me interrogara— me llevó de vuelta a Honolulu y al hospital. Cuando desperté, estaba en una habitación, y al alzar la vista vi al médico, que repetía mi nombre y me enfocaba a los ojos con una luz brillante.

El hombre se sentó a mi lado y me hizo preguntas: ¿sabía cómo me llamaba? ¿Sabía dónde estaba? ¿Sabía quién era el presidente? ¿Podía contar hacia atrás de seis en seis desde cien? Contesté, y él anotó las respuestas. Y luego, antes de irse, dijo:

—Wika, no me recordarás, pero yo a ti sí. —Al ver que yo no respondía, prosiguió—: Me llamo Harry Yoshimoto, fuimos juntos al colegio. ¿Te acuerdas?

Pero no fue hasta esa noche, cuando estaba solo en mi cama, cuando me acordé de él: Harry, el chico que comía sándwiches de arroz y con quien nadie hablaba; Harry, el chico que yo me había alegrado de no ser.

Y así acabó todo. Nunca volví a la casa del valle. Tiempo después, me trajeron aquí. Al final perdí la vista que me quedaba; perdí el interés, y luego la capacidad de hacer nada. Soñaba, tumbado en la cama, y el tiempo se desdibujaba y se difuminaba, y era como si nunca hubiera cometido ninguna equivocación. Incluso a ti —que, según me contaron, por entonces ya ibas a otro colegio, en la Isla Grande—, incluso a ti, que nunca viniste a verme, incluso a ti podía invocarte a mi lado, y a veces, si tenía mucha suerte, incluso conseguía engañarme y fingir que ni siquiera había llegado a conocerte. Serías el primer Kawika Bingham que no se graduaría en el colegio, ¿quién sabía qué otras cosas serías el primer Kawika Bingham en hacer? ¿El primero que no viviría aquí, tal vez? ¿El primero en ser alguien distinto? ¿El primero en irse a un lugar muy lejano, tan lejano que haría que incluso Hawai‘i pareciera encontrarse cerca de cualquier sitio?

En esas cosas estaba pensando cuando he despertado y he oído que alguien estaba llorando; llorando, aunque intentando contenerse, entre hipidos.

—Lo siento, señora Bingham —he oído que decía alguien—. Pero es como si quisiera irse... Solo podemos mantenerlo vivo si él quiere seguir así. —Y de nuevo ese lamento, ese lamento triste y desesperado, y otra vez la voz—: Lo siento, señora Bingham. Lo siento.

—Tendré que escribir a mi nieto para decírselo, el hijo de mi hijo —oí que contestaba ella—.



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